1. El contexto histórico de Hechos 22 y la interpretación teológica del pastor David Jang
Al abordar Hechos 22, el pastor David Jang comienza examinando detenidamente el trasfondo histórico que se muestra al final del capítulo 21 y al inicio del capítulo 22. El pasaje relata el momento inmediatamente posterior al arresto de Pablo en el templo de Jerusalén, cuando, ante el tribuno romano y en medio de la furia de los judíos congregados, él expone su defensa en lengua hebrea (arameo). Según explica el pastor David Jang, esta mención lingüística no se limita a un simple tema de comunicación, sino que implica un fuerte impacto psicológico y emocional para la sociedad judía de aquel tiempo, para los judíos de la diáspora reunidos en Jerusalén y para la multitud llena de fervor religioso. Probablemente, muchos quedaron asombrados cuando Pablo señaló que provenía del judaísmo fariseo ortodoxo y que había sido discípulo de Gamaliel. A juicio del pastor David Jang, estas aclaraciones de Pablo servían como una especie de introducción para defender su formación y su legitimidad.
El pastor David Jang señala, además, que es crucial entender por qué la multitud que estaba en Jerusalén se enfureció tanto. Aunque la causa directa de aquel enojo fue la malinterpretación de que Pablo había introducido a un gentil en el templo, en el fondo de todo se encontraba el hecho de que Pablo insistía en que el evangelio también debía ser anunciado a los gentiles. En la sociedad judía de la época existían distintas reacciones ante el dominio del Imperio romano, representadas principalmente por los saduceos, fariseos, esenios y zelotes. El pastor David Jang describe cómo estos cuatro grupos se relacionaban con el poder romano y de qué forma aguardaban el reino de Dios. Los saduceos, compuestos por la clase aristocrática y sacerdotal, cooperaban en cierta medida con las autoridades romanas; los fariseos, por su parte, creían que la pureza se mantenía mediante la rigurosa observancia de la Ley, esperando que una vida sin pecado atrajera el reino de Dios sobre la tierra. Los esenios se retiraban al desierto para vivir en una estricta separación del mundo, buscando la pureza de su comunidad en lugar de inmiscuirse en un mundo lleno de pecado. Finalmente, los zelotes pretendían expulsar al poder romano incluso mediante la lucha armada, sin temer acciones extremistas. Pablo, siendo fariseo, valoraba mucho la autonomía y la Ley; no obstante, tras el llamado del Señor, obedeció la voz del Espíritu, que le indicó la necesidad de extender el evangelio a los gentiles.
Profundizando en el trasfondo político y sectario de la época, el pastor David Jang analiza minuciosamente cómo Pablo, situado en medio de tales conflictos, expuso su defensa a través de cierta lógica y de su propio testimonio. Para empezar, Pablo declara ser de Tarso, ciudad muy respetada dentro del judaísmo, y recalca haber recibido una rigurosa formación en la Ley bajo la enseñanza de Gamaliel. Según el pastor David Jang, esta afirmación pretendía demostrar que Pablo no era un “hereje” con ideas extrañas, sino alguien que había sido educado escrupulosamente en la tradición y la Ley judías. Asimismo, tal como se ve reflejado en Filipenses 3:5, Pablo enfatiza que recibió la circuncisión al octavo día, que es un judío de pura cepa de la tribu de Benjamín, “hebreo de hebreos” y fariseo en cuanto a la Ley. Esto revela que, lejos de ser un “apóstata” o un “líder hereje”, Pablo demostraba ser uno de los más fervientes defensores de la Ley.
Pablo expone ante la multitud que él también había sido tan apasionado como ellos. Él mismo había perseguido a los seguidores de “este Camino” (la vía de Jesús) hasta la muerte, pero ahora transitaba por un sendero totalmente distinto. Se menciona expresamente que Pablo estuvo implicado en la muerte de Esteban, llegando a custodiar la ropa de quienes lo apedrearon, y que, provisto de la autorización del sumo sacerdote y de los ancianos de Jerusalén, planeaba apresar a los creyentes hasta en Damasco. El pastor David Jang destaca que estos datos confirman la severidad con la que Pablo perseguía a la comunidad de Jesús. Los judíos, que conocían esos antecedentes, difícilmente podían negarlos mientras escuchaban la declaración de Pablo.
El pastor David Jang subraya la importancia del suceso en el camino a Damasco, cuando Pablo escuchó la voz del Señor. Esta “gran luz” transformó por completo su existencia y su manera de pensar, y la voz que oyó, “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”, lo confrontó directamente. Hasta ese momento, Pablo creía que perseguía a personas blasfemas, pero entendió que en realidad estaba persiguiendo al mismo Jesús de Nazaret. Ese acontecimiento marcó un cambio radical: Pablo quedó ciego durante tres días, experimentando un tiempo profundo de arrepentimiento y silencio. Luego, gracias a Ananías, recibió el bautismo y recuperó la vista, descubriendo al mismo tiempo su misión. El pastor David Jang explica aquí la teología de la elección y la revelación. Dios, en su misterio redentor, puede convertir y llamar incluso al más perverso de los pecadores, y en este punto se hace realidad lo que más tarde Pablo expresaría en Romanos: “donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia”.
La exhortación de Ananías, “Hermano Saulo, recobra la vista”, va más allá de recuperar la visión física; alude a un cambio completo de perspectiva espiritual. Del mismo modo, la invitación a “no dudar en invocar el nombre del Señor, recibir el bautismo y lavar los pecados” parte de una confesión centrada en Cristo, muy distinta de los ritos del judaísmo tradicional. Al detallar delante de todos los presentes el proceso de su conversión, Pablo no solo quería demostrar el carácter del liderazgo religioso judío que ostentaba el poder del Sanedrín bajo dominio romano, sino también aclarar cuán auténtica era su propia legitimidad. Según el pastor David Jang, el testimonio de Pablo no fue simplemente un acto de autodefensa, sino una declaración evangelística que proclamaba la esencia del evangelio: cualquier persona puede experimentar una conversión radical a la luz de Jesucristo.
Además, el pastor David Jang señala la relevancia de la visión que Pablo tuvo tras su regreso al templo de Jerusalén. Mientras oraba allí, oyó la voz del Señor diciéndole: “Date prisa, sal pronto de Jerusalén, porque no aceptarán tu testimonio”. Pablo percibió que su labor evangelizadora en Jerusalén sería difícil. No obstante, en su corazón, Jerusalén era el lugar predilecto para compartir el nuevo camino que había hallado con sus compatriotas y antiguos correligionarios. Con todo, el pastor David Jang interpreta que Dios le reveló a Pablo que su misión se enfocaría en los gentiles: “Te enviaré lejos, a los gentiles”. En ese punto, la multitud judía estalla de ira, juzgando que el mensaje de Pablo, acerca de llevar el evangelio a los gentiles, atentaba contra su arraigada concepción de ser el “pueblo elegido”. Así, gritaron: “¡No merece vivir!”. El pastor David Jang cataloga este suceso como un ejemplo típico de la confluencia entre barbarie histórica y cerrazón religiosa. Finalmente, Pablo apela a su ciudadanía romana para evitar la tortura y la flagelación ilegales. El pastor David Jang subraya la ironía de que la ley del imperio pagano protegiera a Pablo de la excesiva violencia religiosa, puntualizando cómo, paradójicamente, el orden de Roma se convirtió en su amparo.
2. El testimonio de Pablo y la doctrina de la elección según la interpretación de David Jang
Centrado en el testimonio de Pablo que aparece en el pasaje, el pastor David Jang desarrolla ampliamente el sentido teológico de la doctrina de la elección. En Hechos 22, Pablo describe detalladamente su conversión en el camino a Damasco. Anteriormente, él era un devoto fervoroso de su religión, pero esa devoción lo llevó a la violencia para defender y expandir las tradiciones de su pueblo. Con las cartas del sumo sacerdote y de los ancianos de Jerusalén, arrestó y encarceló a muchos seguidores de “este Camino”, y hasta tomó parte en la lapidación de Esteban. Sin embargo, al ver aquella “gran luz” y oír la voz de Jesús, Pablo se encontró personalmente con Cristo, y, tras tres días de ceguera y dolor interior, se arrepintió de su pasado y emprendió una vida nueva.
El pastor David Jang subraya que, desde entonces, Pablo nunca dejó de recalcar que su elección y su llamado eran, en todo momento, fruto de la gracia de Dios y no de un mérito propio. A menudo, Pablo aludía a pasajes como Romanos 8 (“A los que antes conoció, también los predestinó y justificó…”) o Juan 15 (“No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros”) para asentar su comprensión teológica. La conversión de Pablo no fue producto de una reflexión personal ni de méritos propios, sino una intervención soberana y gratuita de Dios.
El pastor David Jang, de nuevo, cita la afirmación de Pablo: “donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia”. Pablo, que se había distinguido por encabezar la represión contra los cristianos —un verdadero terror para la comunidad creyente—, fue precisamente quien, por la providencia divina, se convirtió en “apóstol de los gentiles”. Esta elección ilustra cómo la gracia de Dios supera los criterios humanos de justicia o cualificación moral. También Ananías, al recibir la orden de ir a ver a Pablo, sintió recelo, pero obedeció cuando oyó el mandato divino: “Él es un instrumento escogido por mí”. Este punto demuestra el fundamento del evangelio: no importa cuán depravado sea alguien o qué pecados haya cometido, si Dios decide elegir a esa persona, la convierte en su instrumento.
Puede surgir la duda acerca de la “voluntariedad” de Pablo en su respuesta a la elección. El pastor David Jang observa que, tras su conversión, Pablo oró y guardó ayuno por tres días, experimentando no solamente una incomodidad física, sino un periodo de profundo examen interior, confesión de pecados y sumisión total ante Dios. Su pregunta “¿Qué haré, Señor?” refleja la disposición esencial que debe tener el elegido: un corazón presto a la obediencia. Según expone el pastor, aunque la salvación no proviene del esfuerzo humano, todo aquel que es escogido asume una identidad y una responsabilidad sagradas, que se expresan mediante la entrega y la obediencia a Dios.
El pastor David Jang también recalca que Pablo, al hablar de sí mismo, nunca deja de definirse como “el primero de los pecadores”, el que persiguió a Cristo. ¿Por qué Pablo insiste en ello? Para poner de relieve la gracia de esa elección. El hecho de ser elegido no conduce a la altivez, sino a una profunda humildad y gratitud. En Filipenses 3, Pablo considera sus títulos y logros (su pedigrí judío y su piedad según la Ley) “como basura” a la luz del incomparable valor de conocer a Cristo. Y el punto de partida de ese entendimiento fue, precisamente, la experiencia que narra en Hechos 22: el encuentro con Cristo en el camino a Damasco, seguido por la restauración de la vista y el bautismo impartido por Ananías, tal como lo explica el pastor David Jang.
En definitiva, el pastor David Jang concluye que el testimonio de Pablo es mucho más que la historia de una conversión individual; muestra de manera ejemplar cómo la elección y la gracia transforman la historia. El perseguidor más temido llega a ser el predicador más potente del evangelio, reflejando la manera en que el Espíritu Santo llama y cambia a las personas. El caso de Pablo también revela la radicalidad de pasar de un ferviente nacionalismo y exclusivismo judío a convertirse en apóstol de los gentiles. Tal y como enfatiza el pastor David Jang, es un testimonio de cómo el llamado divino y la elección pueden hacer que el evangelio alcance a todos y se extienda a nuevas fronteras. Añade, además, que no se trata de un caso aislado en la historia, sino de un ejemplo vivo del poder del evangelio, que sigue actuando hoy.
3. El conflicto en Jerusalén, la inclusión de los gentiles y la universalidad del evangelio
En la parte final de Hechos 22, el pastor David Jang observa cómo la multitud judía reacciona con furor ante la frase de Pablo: “Te enviaré lejos, a los gentiles”. Al oír esto, la gente interrumpe el discurso y exclama: “¡Quita de la tierra a tal hombre, porque no conviene que viva!”. Este episodio no se limita a expresar la aversión a la convivencia con gentiles, sino que refleja un rechazo profundo ante la idea de que el gobierno y la salvación de Dios se extiendan más allá de un solo pueblo o comunidad religiosa. El pastor David Jang explica que esta ira es la otra cara de la moneda de un “celo” que en realidad encierra orgullo. Para quienes se sentían el “pueblo escogido” y habían hecho de la Ley y la tradición de Moisés su bandera, resultaba intolerable oír que los gentiles también podían ser destinatarios de la misma gracia.
Sin embargo, paradójicamente, es la legalidad del Imperio romano la que evita que Pablo sea ajusticiado de inmediato por esa muchedumbre. El tribuno, al confirmar la ciudadanía romana de Pablo, se da cuenta de que no puede azotarlo ni torturarlo sin un proceso formal. El pastor David Jang se cuestiona: “¿Quién es realmente civilizado y quién es bárbaro?”. El orden romano, la estructura jurídica y el sistema político que muchos consideraban paganos, terminan protegiendo a un predicador cristiano que ha sido tachado de “hereje” y “apóstata”. Por el contrario, en el seno del pueblo que afirmaba guardar con celo la Ley de Dios, emerge una actitud violenta e intransigente. Esto deja ver que ni la pertenencia étnica ni las normas religiosas garantizan per se la veracidad de la fe; es más, en el pueblo que se consideraba a sí mismo “elegido” se había arraigado un exclusivismo tan agresivo que los llevaba al extremo de la violencia.
A partir de este pasaje, el pastor David Jang elabora el razonamiento teológico de que la Iglesia está llamada a ser un “nuevo pueblo”. El propósito de Dios al escoger a la descendencia de Abraham era bendecir a todas las naciones por medio de ella. Sin embargo, con frecuencia este designio se malinterpreta, utilizándose la “elección” como un medio de preservación propia o como un motivo de superioridad religiosa, más que como un canal de bendición para los demás. El episodio del clamor violento en Hechos 22 muestra el culmen de esa visión deformada y hostil hacia la inclusión de los gentiles. En cambio, el evangelio, basado en la cruz y en la resurrección de Cristo, es universal, traspasando barreras étnicas, lingüísticas y de clase social. El hecho de que Pablo se salvara al aludir a su ciudadanía romana puede verse como un símbolo de que “el evangelio está abierto tanto a judíos como a gentiles, incluso en el seno del Imperio romano”.
El pastor David Jang apunta que, de hecho, gracias a la protección brindada por las leyes romanas, Pablo pudo continuar su viaje hasta Roma para predicar el evangelio, llegando incluso a testificar ante el emperador. Con ello se cumple la promesa de Hechos 1:8 acerca de que el evangelio sería anunciado “hasta lo último de la tierra”. El pastor explica que, aunque la Iglesia no debe idealizar ni consagrar el poder secular, sí ha de reconocer que a veces Dios usa esas estructuras políticas, administrativas y militares para proteger a quienes ha llamado y para ampliar el radio de acción del evangelio. De este modo, el pastor David Jang insiste en que, a lo largo de la historia, el Espíritu Santo se ha servido de circunstancias aparentemente paradójicas para que la palabra de salvación llegue cada vez más lejos.
Finalmente, el pastor David Jang invita a la Iglesia actual a no ver la violencia y el sectarismo de la multitud judía como algo ajeno. Hoy en día, distintas variantes de exclusivismo religioso, nacionalismo exacerbado o divisiones denominacionales pueden provocar conflictos dentro y fuera de la Iglesia y, a la postre, distorsionar el evangelio. El llamado que recibió Pablo —“Te enviaré a los gentiles”— no se limita a él, sino que representa el germen de toda la misión cristiana y la vocación de la Iglesia hacia la universalidad. El evangelio que vence los muros del templo judío y se extiende hacia el mundo gentil enseña que “quienquiera que escuche esta buena noticia y crea, alcanzará la salvación”. Dios designó a Pablo como el principal portavoz de tal verdad, y fue Jesucristo mismo quien lo escogió. Para el pastor David Jang, ahí reside la esencia de la fe cristiana y la razón de ser de la Iglesia.
En conclusión, el pastor David Jang considera que Hechos 22 transmite tres lecciones fundamentales. Primero, el fervor religioso y la meticulosidad en observar la Ley no equivalen necesariamente a la verdadera fe. Segundo, la conversión de Pablo ilustra de manera extraordinaria la elección soberana de Dios y su gracia, subrayando que nadie puede alegar méritos para obtener salvación. Tercero, el evangelio no está restringido a una etnia ni a una cultura, sino que se expande con un carácter universal que alcanza también a los gentiles. Irónicamente, cuando la multitud de Jerusalén rechaza esto, es el aparato legal del Imperio romano el que protege a Pablo, manifestando la sorprendente providencia de Dios al servirse de las estructuras políticas y sociales para llevar a cabo sus planes. Hechos 22 desafía al lector a examinarse: “¿Acaso anidan en mí actitudes de cerrazón que obstaculicen el plan universal de Dios?”. El pastor David Jang insiste en que la Iglesia debe mantener esta reflexión constante para renacer como “el nuevo pueblo” que Dios desea. De ahí la vigencia de este pasaje: despierta en la Iglesia y en cada creyente la conciencia de su misión y los llama a una obediencia permanente. Por ello, concluye el pastor David Jang, Hechos 22 conserva hoy una relevancia que no se puede subestimar.